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Arquitectos: Nazareth Gutierrez Franco, Rodrigo Nuñez Arquitectos
- Área: 828 m²
- Año: 2022
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Fotografías:Alberto Amores
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Proveedores: Lunawood, Egoin, FYT
Descripción enviada por el equipo del proyecto. El proyecto se ha definido con dos objetivos fundamentales, por un lado, su integración paisajística en un entorno tan cuidado como el de Garralda y el valle de Aézcoa, y, por otro, conseguir la máxima calidad habitacional de las viviendas propuestas.
Tras el análisis de los arquetípicos del caserío tradicional vasco-navarro se decide dividir el programa requerido en dos volúmenes, con cubiertas de gran pendiente, cuyas proporciones permiten una mayor adaptación a las volumetrías de la zona. Estas dos piezas se disponen en direcciones opuestas para favorecer el diálogo con los conjuntos urbano y paisajístico.
La elección de los materiales es sensible y respetuosa con el entorno. La envolvente exterior se resuelve únicamente con dos materiales. En los testeros, muros fraileros y muros de planta baja, se opta por mortero blanco como acabado de la fachada construida mediante sistema SATE.
En cubiertas y contraventanas de galerías el material utilizado es madera de pino termotratada, reinterpretando y recuperando así el uso de la teja de madera, típico del valle de Aézcoa. Ambas, cubierta y galería, se funden así en un único elemento que dota de identidad propia a la propuesta. Esta reinterpretación del arquetipo del caserío permite la vinculación de la propuesta con la memoria colectiva del lugar.
En el espacio exterior de la parcela no se han definido límites físicos, permitiendo entenderla como continuidad de la naturaleza circundante, actuando la intervención como macla entre esta y el núcleo urbano.
En el diseño de las viviendas se busca la máxima flexibilidad, adaptabilidad, neutralidad y calidad espacial posible, favoreciendo distintos modos de habitar. Se dispone una vivienda por planta en cada uno de los volúmenes, en planta primera y bajocubierta, reservando el espacio disponible de la planta baja de ambos edificios para usos comunes.
La estructura de madera contralaminada se limita a fachada y particiones de separación con elementos comunes, favoreciendo los cambios de la vida útil de la edificación. Todos los espacios se dimensionan para ser adaptados a dificultades en la movilidad del habitante.
La iluminación natural y la disposición de los huecos es uno de los objetivos más esenciales que se han tenido en cuenta para asegurar la calidad del espacio interior, así como la dotación de amplias terrazas exteriores, que permiten conectar con el paisaje de la zona. El uso del color y los materiales en el interior ha sido intencionadamente neutro, para facilitar la apropiación y la caracterización del espacio a sus habitantes.
La propuesta, además, ha sido diseñada teniendo en cuenta criterios que mejoren la sostenibilidad del mismo, no sólo a nivel energético (para lo que se ha cumplido con el estándar Passivhaus), sino también a nivel medioambiental (reducción de la huella de carbono, mantenimiento del ciclo del agua, fomento de la biodiversidad), social (mejora de la calidad de vida y condiciones de habitabilidad, vinculación con la memoria colectiva del lugar), así como económico (fomento de la economía circular).